domingo, 6 de septiembre de 2009

Don Miguel Hidalgo en Salamanca (1810)

Por Fernando B. Quijano Sierra
(03 septiembre de 2009)

Hablar de Don Miguel Hidalgo y Costilla, es poner en nuestra mente esencias de valentía, honor y un profundo sentido patriótico, que por éstas fechas perfuman el aire de nuestro querido México; este México nuestro, tan vapuleado pero libre, soberano, inquebrantable. Nuestro país se ha conservado casi con los mismos niveles de resistencia que en 1810, y no solo me refiero a la resistencia armada que por aquellos años nuestros antepasados opusieron al régimen de la corona española, también describo la resistencia física y moral que nosotros los sufridos mexicanos, seguimos soportando hoy en día estoicamente, tratando de mantener la otra independencia, la de nuestros ideales, la de nuestros valores, la de seguir sobreviviendo a pesar de las situaciones tan adversas que azotan día con día nuestra mente y la de nuestros hijos y que se introyectan en la conciencia como un cáncer que debilita cada vez nuestras sociedades.

Nuestra lucha de independencia no difiere mucho de la primera, ya que, el término no tiene en sí mismo tantas acepciones, como para confundirlo con otro estado de la condición humana. Independencia es independencia, no más. La única diferencia es la época; nuestros próceres luchaban en aquel entonces por desvincularse no solamente del yugo español y de su tendencia expansionista que solamente buscaba saquear la riqueza de la tierra conquistada y aniquilar la cultura de los territorios ocupados, sino de la manera tan desinteresada en que menospreciaban a nuestros antepasados, consumían nuestra riqueza cultural y nuestros valores; Es decir, que ayer la gente era tan consciente como lo somos hoy, entonces, nuestra lucha de independencia, no ha terminado.

Mil ochocientos diez. El pueblo de Salamanca es llamado por Don Miguel Hidalgo y Costilla, a tomar las armas (las pocas armas, si es que contaban con ellas) y a levantarse en contra del Estado Español; los que asistieron al llamado, fueron gente con una profunda convicción que intuía, que luchar por aquella causa acuñada en un nuevo término casi desconocido para muchos, llamado independencia, algo cambiaría para siempre el curso de sus vidas. Tuvieron esperanza en una figura que era en sí misma una autoridad eclesiástica, que imponía confianza no solo por el hecho de ser un cura, sino por la pasión y compasión que sentía por esta tierra. Don Miguel Hidalgo, no solo veía la independencia como un fin en sí mismo, el vio más allá, vio el potencial que tendría la Nueva España al consolidarse como país independiente, únicamente contando con dos elementos: sus recursos y su gente. De la misma manera, los que oyeron las palabras del cura Hidalgo, en aquel balcón de la calle que hoy forman la esquina de Juárez y Vasco de Quiroga, vieron la misma visión que Don Miguel vio y posteriormente les expuso, y fueron seguidores entusiastas de una causa insigne por la se debía luchar para alcanzar sus ideales. ¿Quiénes fueron aquellos impetuosos personajes que apoyaron a Don Miguel Hidalgo? Sus nombres ahora están escritos en los libros de historia, lo importante es que esos personajes eran como usted, o yo.

En aquel entonces, tampoco existían los medios de comunicación y las noticias llegaban a velocidad de carro de tiro o cuando a mucho a velocidad de galope de caballo, la gente no era tan complicada y lo que había alcanzaba para todos. Pero a pesar de todo, la gente sentía la necesidad infinita de ser libre y vieron en Don Miguel Hidalgo el catalizador que serviría para alcanzar un ideal más en sus melancólicas y subyugadas vidas, uniéndose así al movimiento de independencia.
Lo demás, es historia.

Insisto, nuestra lucha de independencia no ha terminado, aunque el mundo actual esté tan globalizado y no podamos (y tampoco debemos) cerrar los ojos o bajar la cabeza por eso; debemos inculcar en la nuevas generaciones el hecho histórico, por el que muchas personas, salmantinas o no, ofrecieron sus vidas gustosamente para legarnos una patria; patria hoy invadida por corrientes ideológicas torcidas, funcionarios deshonestos, desigualdad social, sobre explotación de casi todos los recursos naturales, contaminación ambiental de absolutamente todos los estratos en que se pueda contaminar, educación deficiente, amén de la falta de consciencia patriótica que no tiene nuestra actual descendencia.

Don Miguel Hidalgo en mil ochocientos diez, de pie sobre el balcón, en Salamanca, nunca imaginaría, que hoy casi dos siglos después, su movimiento independentista aún no termina, con otros actores, evolucionado y adicionado de nuevas tesis, con términos que extrañamente parecieran no tener nada que ver con la independencia, pero que bien analizados, no son más que una extensión del mismo vocablo.

En dos mil nueve, si Don Miguel Hidalgo volviera a pararse en ese mismo balcón, probablemente preguntaría: ¿Para qué quieren su independencia?

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